Ciudad, humanidad y arquitectura
A la hora de comprender diferentes conceptos en nuestro día a día, nuestra mente necesita recurrir a su contrario para comprenderlo. En términos de arquitectura, decimos que un elemento es pequeño porque lo comparamos con algo grande, conocemos la oscuridad porque hemos podido conocer lo que es la luz y de la misma manera sabemos distinguir un espacio interior de otro exterior porque los hemos experimentado alguna vez.
Para el arquitecto neerlandés Aldo van Eyck, el diseño de la ciudad moderna de la década de los 50 se había convertido en algo puramente funcional, con límites muy establecidos entre los edificios arquitectónicos públicos y privados. Esto, según su parecer, podía hacer sentir al ser humano dividido y solitario, perdiendo así el sentimiento de pertenencia propio de las ciudades tradicionales.
Aldo van Eyck defendió la idea de concebir la arquitectura como aquella encargada de construir espacios donde los individuos pudieran encontrar su hogar, devolviendo así el humanismo al diseño arquitectónico.
Para él, los nuevos planeamientos urbanos dominados por el pensamiento determinista habían convertido los fenómenos duales en extremos, dejando de lado al individuo como integrante de una sociedad colectiva.
Unificando conceptos para crear un tercer espacio
Así pues, la intención del arquitecto fue, en primer lugar reconciliar los conceptos “individual” y “colectivo”. Para ello, pretendía identificar los términos absolutos de la arquitectura y encontrar la manera de unirlos a la hora de realizar los nuevos diseños arquitectónicos.
De esta forma, Aldo van Eyck definió el concepto “entre” como el lugar intermedio donde lo individual y lo colectivo se reconciliarían, es decir, la verdadera esencia de la naturaleza humana o también denominada la tercera realidad. De esta forma surgió el concepto del in-between, entendido como la metáfora para nombrar los lugares donde se unen dos fenómenos aparentemente contrarios entre sí.
El Orfanato de Amsterdam
El proyecto del Orfanato de Amsterdam fue sin duda donde el arquitecto pudo poner en práctica este contenido humano que él identificó como una verdadera necesidad para la arquitectura.
Su principal objetivo fue convertir el nuevo espacio arquitectónico en un verdadero hogar para los niños, donde no se sintieran solos y donde pudieran sentirse en familia.
Para ello, se escogió una ubicación rodeada de zonas verdes para que los niños pudieran disfrutar de espacios naturales al aire libre.
Las salas compartidas del orfanato y principalmente el patio son los espacios públicos que todos los niños sienten como suyo, son los lugares centralizadores.
Sin embargo, las habitaciones, las ventanas, las calles internas son los elementos descentralizadores que separan los lugares colectivos y que en muchos casos abren el edificio al paisaje.
Los espacios transicionales
Los espacios in-between están conformados por una secuencia de espacios relacionados entre sí por elementos de transición. Estos lugares intermedios (vestíbulos, patios de las habitaciones, etc.), son las transiciones entre lo interior-exterior, abierto-cerrado, público-privado, orden-caos…
De esta manera, Aldo van Eyck cumplió su objetivo más ambicioso: reconciliar en un solo edificio el carácter dual individual-colectivo del ser humano.
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